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HumorInspiraciónOpinión

Las matemáticas de la creatividad (Volumen 1)

NdeR: Los grandes éxitos de la literatura contemporánea se escriben en varios volúmenes. Harry Potter, El Señor de los Anillos y Gaturro, ponele, vienen en partes. Y este post de Fede García no podía ser menos, así que el Comité de Curación de Contenidos (CoCuCo) de Interactivity decidió sin siquiera consultar al autor, dividir el post sobre “Las matemáticas de la creatividad” en dos partes.

Hoy vamos con el Volumen 1 y mañana seguimos con en desenlace de la historia que relata eventos del siglo pasado, en la que nuestro amigo cuasi japonés se iniciaba como hombre de las ciencias matemáticas, para luego terminar siendo un creativo exiliado.

Con ustedes, los artistas…

Colegio San Agustin

Colegio San Agustin, cuna de grandes, y de @Topfiverecords

Vuelvo a escribir en este querido blog a instancias de mi entrañable amigo, editor del blog y ahora titular de agencia Gustavo Mames. No lo hago con la convicción de sentir que tengo algo importante para contar, pero sí con el firme objeto de superar el fracaso de mi último ensayo, que no cosechaba más que un
mínimo y lastimoso comentario de ningún otro que mi padre. Ahí vamos.

Lo he charlado con jefes y colegas, con equipos que han laburado conmigo, con alumnos y ex-alumnos, porque es un tema que me apasiona. He leído sobre el tema y he escuchado opiniones y consejos de tipos más grandes, más sabios y más inteligentes que yo. No diría que me obsesiona, pero podría reconocer que ocupa un lugar importante dentro mi cabeza. ¿Cómo hacemos para vivir de un laburo que a priori nos exige crear nuevas ideas, buenas, muy buenas, maravillosas y geniales ideas, todos los días? Perdón, corrijo: ¿Todos los putos días?

Las matemáticas siempre se me dieron con facilidad. Siendo hijo de contador –no voy a hablarles de él otra vez, no se preocupen (papá no te ilusiones)– asumo que ese talento es genética pura y viene por su lado. Facilidad dije para no quedar como un soberbio (como diría mi viejo, perdón), pero la realidad es que
con la matemática la tenía atada. Atada mal. Valga un ejemplo para ilustrar al respecto: arranca segundo año del secundario, profesora nueva de matemática, joven, sub-30, no muy agraciada y mal-llevada como pocas (por no usar otro popular adjetivo-despectivo que comienza con el mismo prefijo). Mabel, su nombre. El mal encarnado. Se hacía respetar a base de entrar a clase, disparar un apellido al azar, hacerlo pasar al frente y destruirlo en un examen oral sin ningún tipo de miramientos. Primeras clases y la mano venía de geometría: ángulos, triángulos, paralelas y demases. Seis clases, seis alumnos, seis aplazos. 6-6-6.
Mientras tanto, yo no estudiaba per sé, pero hacía la tarea; me entretenía, me divertía (sí, un tarado). Hasta me adelantaba haciendo ejercicios que ni siquiera se habían enseñado todavía (de nuevo, atada, y de nuevo sí, un tarado). Séptima clase, entra Mabel con una estudiante del profesorado, más joven todavía. Veintipoquitos, linda ella, timidona, se muestra nerviosa frente a tanta efervescencia hormonal masculina (colegio de varones). Obviamente, a Mabel no se le ocurre mejor idea que pavonearse poderosa delante de su joven padawan (aprendiz, para aquellos quienes no entienden nada de la vida) eligiendo al azar una nueva blanca palomita a quien destruir: “García, al frente”. Esta chica no tenía idea de donde se estaba metiendo. Se enfrentaba a su más acérrimo enemigo, su némesis, una suerte de Master Yoda de los números y el razonamiento lógico. Mientras sorteo las primeras preguntas con facilidad, siento que el curso empieza a inquietarse. Imaginen, la primera victoria del alumnaje en semanas. Respondo exitosamente a su última demanda, la demostración a un problema que involucraba lo último de lo último visto en clase. Con inesperada facilidad, les diría. El aula era una bombonera a punto de estallar. Mabel, que no podía asumir derrota alguna y menos delante de su discípula, otea el panorama sólo para descubrir que 30 adolescentes sedientos de revancha se encontraban prestos a darle una vuelta olímpica en la cara.
Inesperadamente, para sorpresa de todos, Mabel va ‘all in’ y redobla la apuesta, decidiendo proseguir con su interrogatorio, plantándome un nuevo ejercicio en el pizarrón y sometiéndome a un problema al que jamás, pero jamás habíamos visto en clase. Silencio sepulcral. No volaba una mosca. El único sonido que
escuchaba venía dentro de mi cabeza, en la voz de Sir Alec Guinnes en su papel del oriyinal Obi-Wan Kenobi: “Use the force, Luke”. Sentía la fuerza conmigo, me rodeaba, era uno con ella. Casi con displicencia resuelvo el último obstáculo, tomándome un minuto de más o dos para saborear un poquito más la victoria.
García, puede sentarse –dijo Mabel, derrotada. Standing ovation en la sala. Mis compañeros se arrancaban la camisa para mostrar debajo sus remeras con mi rostro triunfante, mientras a coro cantaban ‘We are the Champions’. Hasta la joven padawan intentaba disimular sin éxito su sonrisa cómplice. No miento si les digo que me la podría haber garchado ahí mismo en el aula, de parado, si no hubiera sido tan virgo. Pero bueno, qué esperaban, tenía catorce años y mi facilidad para los números era inversamente proporcional a la que tenía con las minas –la misma que ahora-, valga la aclaración.

We are the champions

Vuelta olímpica post éxito: Mabel 0 (ausente) – Topfiverecords 1 (abajo, de gorra y campera de cuero marrón)

Así de atada como la tenía, no se me ocurre mejor idea que ser creativo, y para peor, redactor. Si hubiera sido contador como mi viejo (perdón de nuevo), a esta altura estaría retirado en las Bahamas.

(Continuará mañana, no sean impacientes)

Las matemáticas de la creatividad (Volumen 1) apareció primero en Interactivity

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