El que ven en la foto no fue un literato, ni un especialista en tecnología. Apenas sabía usar el microondas. Esta es la foto de mi abuelo Wolf, que nació en Polonia en 1915. Y murió a los 89 años, en Buenos Aires.
Desde que empecé mi carrera de Ciencias de la Comunicación, y hasta su muerte, estuve tratando de explicarle qué era lo que yo estaba estudiando. Pasé por redacciones periodísticas, agencias de publicidad, trabajé en radio, en Marketing, y después de probarlo una y mil veces, creí que nunca había entendido qué hacía. Pero a pesar de esto, él me dejó un legado que hoy uso para mi profesión, y que más adelante les contaré.
El “Zeide Wolf”, como le decíamos a mi abuelo, trabajó casi toda su vida como peletero, y apenas con el primario terminado, decía entender lo que yo hacía: “Claro, vos estudiás comunicación, y con eso te comunicás mejor y seguramente podés vender más”, me decía. La verdad es que el Zeide no andaba muy lejos.
El vendedor de maíz
Les quiero contar una historia donde van a poder entender mucho de su “legado profesional”. En sus últimos años, mi abuelo iba a plaza Vicente López, a pocas cuadras de su casa en Buenos Aires, donde daba a diario dos o tres vueltas a la manzana. Saludaba a sus compañeros de caminata y luego se sentaba, conversando con su característica simpatía.
Un día, Wolf se acerca a comprar maíz a un vendedor, para darle de comer a las palomas. Luego de charlar unos minutos, esta persona le contó a mi abuelo que el negocio no funcionaba bien, y que con lo que ganaba apenas tenía para comer.
Mi abuelo, con casi 70 años de experiencia como comerciante le dijo: “Ahora viene el calor. Usted tiene que comprar helados para venderle a los chicos que vengan a la plaza”. El vendedor, sorprendido, confesó no haber pensado jamás en la idea. “Sabe, Don Wolf, para eso necesito dinero. Y plata no es lo que sobra”.
Entonces, mi abuelo sacó de su bolsillo delantero algunos billetes (que siempre acomodaba con un gran clip, ordenados de menor a mayor), separó algunos, y se los dio al vendedor. Le dijo: “Con esto usted puede empezar el negocio. Compre mercadería, y cuando le vaya bien, me lo devuelve”. Luego, la historia de siempre: uno que insistía en que no podía aceptar. El otro, que era una decisión tomada… Pero el microcrédito estaba otorgado.
Luego de tomarse sus vacaciones, Wolf regresó a la ciudad y se encontró en la plaza de siempre con “el nuevo heladero”, quien le dijo: “¡Don Wolf, usted tenía razón!”. El ex vendedor de maíz abrazó a mi abuelo, agradecido. Lo primero que hizo, luego de abrazarlo, fue intentar devolverle el dinero. Pero Wolf, fiel a su estilo, le dijo: “Con esta plata usted tuvo suerte. Mejor quédese con lo que le di así le sigue yendo bien”.
El legado, en cinco pasos
Repasemos lo que hizo el Zeide con el vendedor de maíz:
Primero, Wolf investigó: conoció el público, sus hábitos y sus gustos. Sabía de la dinámica del funcionamiento del lugar, conocía la gente que iba a la plaza y sabía que había una potencial demanda insatisfecha.
Segundo, tuvo una visión de negocio. Tenía olfato de vendedor, experiencia, y sabía que allí donde había un vendedor de maíz, debería haber un heladero.
Tercero, como una especie de “Angel Investor”, tuvo confianza en una idea y decidió invertir su dinero.
Cuarto, y creo que lo más importante: fue generoso porque pensó en los demás, sin importarle recibir nada a cambio. Y, encima, reinvirtió en el negocio.
Seguramente muchos de nosotros tenemos la chance de cambiar nuestros presentes como aquél vendedor de maíz, que recibió ayuda sin buscarla.
Creo que desde nuestro lugar, tenemos un doble desafío: por un lado, no tenemos que esperar a encontrar un abuelo generoso, sino juntar confianza, y salir en busca de nuestro destino y nuestro futuro. Por el otro lado, tratar de trasladar lo que muchas veces hacemos desde el online siendo solidarios, pero que muchas veces no replicamos en la vida offline. O sea, ayudar profesionalmente a los que lo necesiten. Y esto no riñe con los negocios. No estamos hablando de trabajar gratis. Creo que la idea es cobrarles a los que pueden pagar, y tratar de ayudar a los miles de “vendedores de maíz”, que andan dando vueltas por ahí y que realmente necesitan de nosotros.
Desde hace muchos años que trabajo usando la filosofía de mi Zeide Wolf. Sin dudas, hay aprendizajes difíciles de incluir en un perfil de LinkedIn, ¿verdad?
Gustavo, me hiciste emocionar con la historia de tu abuelo. Estoy convencida que el éxito de un negocio está íntimamente ligado a la calidad de persona de sus líderes. Para mi, la sensibilidad es un valor agregado al empuje típico que uno debe tener en estos casos. Saludos.
Muchas gracias Mariana! Seguimos conectados 🙂
Una pequeña historia con una gran enseñanza.
Gracias por compartirla.
Muy buen post! Muchos éxitos.
¡Gracias Natalia! Nos alegra que te haya gustado. ¡Saludos!
Bonito post!
Voy a trasladar mi generosidad online al offline.. ya! 🙂
gracias!
Muy buen aprendizaje Ana! Gracias a vos por leernos. Saludos!
Qué lindas palabras y qué ciertas son! Muchas veces nos pasamos la vida preocupandonos por nosotros y la relidad es que vivimos rodeados de personas y si sólo avanza uno el resto empobrece qué sentido tiene, no?
Otra cosa que me gusta de esta nota es que revaloriza la experiencia y la sabiduría, como dice el refrán “el diablo sabe más por viejo que por diablo”.
Muchas gracias por compartir estas palabras con nosotros.
Hay cosas imposibles de incluir en un curriculum, y aunque se las pueda incluir no se abarca su magnitud, tambien adicional al perfil de conocimientos se debe realizar un perfil de valores muy venidos a menos en el presente…
Gracias, excelente artículo, hasta me sirvió de inspiración para crear el mio !!
Aquí te lo dejo por si quieres leerlo: http://www.avotz.com/blog/5-consejos-para-iniciar-un-negocio-web-en-guanacaste/#more-421
Saludos desde Costa Rica !!
Excelente artículo… me gusto mucho. Sobre todo el punto de ser generosos..
Buen análisis a partir de una historia, lo que vale es la situación encontrada y como llevarla a un contexto actual Gracias gustavo por comparir
Muchas gracias por tu comentario. Abrazo!