Por Fede García, desde Tokyo (Japón)
“Se juntaron el hambre y las ganas de comer” nos decía mi vieja (correntina, recién pasaditos los 60), cada vez que con mi viejo o con mi hermano la boludeábamos con algún chiste, comentario irónico o sarcástico. “El hambre y las ganas de comer” es un dicho, una metáfora de esas que mamás de chiquitito
y que parecen estar impresas en tu inconciente. Y si bien su sentido literal aplica perfectamente a mi persona (gordo desde chiquito y para toda la vida, donde el hambre y las ganas de comer se juntan cada vez que me siento a la mesa) para mí el único sentido que tiene esa frase es el que mi vieja le daba. Y ningún otro.
Hasta que llegué a Japón. Desde que empecé a trabajar acá, lo primero que note son las grandes diferencias que existen en el mercado publicitario. Típico argentino, las primeras fueron las positivas, las que marcan esa distancia enorme que separa a un país del primer mundo de uno del tercero: los presupuestos, los mercados, la cantidad de marcas y productos, la escala. Fundamentalmente la escala: todo es más grande. Para que se den una idea: por el cruce de calle más famoso de la ciudad, mundialmente conocido como el Hachiko Crossing (e inmortalizado en unas cuantas escenas de Perdidos en Tokyo), pasan por día alrededor de un millón de personas, y en un mismo intervalo -45 segundos-
hasta diez mil peatones al mismo tiempo. Imagínense un Luna Park lleno, todos juntos de la mano cruzando la calle. Ridículo. Lógicamente, el lugar está poblado de carteles de vía pública, incluyendo por lo menos cinco gigantescas pantallas de plasma a todo volumen emitiendo comerciales sin parar. De nuevo, ridículo.
Con el tiempo te acostumbrás, las cosas de a poco (muy de a poco) te empiezan a parecer más normales y empezás a descubrir otras cosas del mercado publicitario. Y es ahí donde la frase “el hambre y las ganas de comer” cobra un nuevo sentido. Si bien Japón muestra buenos trabajos a nivel creatividad y en
los últimos años ha levantado algunos Grand Prix en Cannes (Uniqlo, Kit Kat, por mencionar algunos), el resultado creativo no parece estar a la altura de un mercado publicitario, que según me contaba el VP de la agencia el otro día, sería el segundo más grande del planeta.
Y la explicación la encontrás en el día a día, en particular en la búsqueda creativa. Trabajan distinto. Tienen una suerte de eficiencia ordenada que los lleva entregar los trabajos rápido, a tiempo, perfectamente presentados, hiperprofesionales e hipercorrectos. Pero nunca son de esos que te dan ganas de salir corriendo a buscar al cliente para vendérsela. Técnicamente son mejor formados, manejan muchísima información, y casi que se podría decir que son mejores profesionales. Pero hay algo que les falta. Y si bien les sobra de todo, les falta mucho de eso que hay, y de sobra, en Buenos Aires.
Publicitariamente, Argentina es un mercado chico. Muy chico. Y sin embargo, es una de las grandes potencias creativas del mundo. Y es el hambre lo que nos diferencia. Mientras las escuelas de publicidad y creatividad florecen, y más y más cursos aparecen, el mercado publicitario se reduce casi de manera inversamente proporcional (por favor, no hagan números, es la mera mirada de un estúpido creativo). Una cada vez mayor oferta de profesionales, para una cada vez menor oferta de puestos laborales. La ley de la oferta y la demanda se cruza en BA con la de la supervivencia del más apto, dando como resultado que para conseguir un trabajo hay que ser realmente bueno. Y para mantenerlo, mejor aún. Sí, siempre alguno dirá “nuestra creatividad no es lo que era”. Y puede ser, tal vez tengan razón, pero miremos un poquito para afuera y hagamos un sencillo ratio entre mercado y resultado creativo. Lo de Argentina en creatividad, es casi como si Lichtenstein ganara el Mundial (el Principado, no el artista).
Sumen a la escasa oferta laboral publicitaria el nivel de desempleo en el país y las dificultades que las empresas pueden enfrentar para mantener el nivel de inversión, haciendo toda la situación más volátil todavía. Al final de día, parecería que la única manera de aferrarse a la silla es poniéndole un par de leones
encima.
Y si nosotros somos el hambre, comparen con Japón, los ‘llenos’, que por culpa o gracia de las leyes laborales, para que te rajen de la agencia por lo menos tendrías que arrancar meándole el escritorio al presidente (y con él ahí sentado, por supuesto), para que RRHH empiece por mandarte un tibio apercibimiento.
Desde mi modesta y chiquita mirada de creativo que no suele comprender demasiado el negocio grande, entiendo que a nivel mundial, para cualquier red internacional, un mercado como el de Japón con la fuerza de una moneda como el Yen, debe ser una de sus principales fuentes de ingreso. Al contrario, para una red internacional, un mercado como el argentino y sus pesos no lo debe ser tanto. ¿El resultado? Las oficinas argentinas se han convertido en las agencias de publicidad de las redes mundiales . Y como lo que no dejamos en plata, lo tenemos que dejar en premios, llegamos a esa maravillosa y tal vez excesiva
obsesión por ganar.
Eso es hambre: tener la necesidad y la obligación de conseguir grandes ideas (y premios) para sobrevivir. De eso, nos sobra.
Ahora, olvídense de la falta de laburo, la excesiva oferta de profesionales, la situación del peso y el tamaño del mercado. ¿Cuántos creativos conocen que vayan a la agencia simplemente a hacer su trabajo? De los que tuve la suerte de conocer en Buenos Aires, casi ninguno. De los que trabajan conmigo en Japón,
casi todos. No entiendan mal (o mejor dicho, espero que no lo entiendan mal mis jefes), todos los que están acá tienen ganas de sacar buenos laburos. Pero simplemente, no tantas como nosotros.
Los que elegimos esto, no buscábamos una carrera o un oficio para cubrir las necesidades de nuestra vida. Elegimos una obsesión. Una (una vez más) ridícula obsesión. Para nosotros, una idea –una buena idea- es la vida o la muerte. Mi primer gran idea para Ogilvy Japón se cayó cinco días antes del lanzamiento por un error de producción, y la noticia del fracaso me encontró tirado boca abajo en la alfombra de casa, a punto de dejar escapar una lágrima. La depresión (o calentura) me duró una semana, me peleé con media agencia, amenacé con renunciar tres o cuatro veces y a los gritos les preguntaba a todos si entendían la gravedad del asunto. Nadie parecía entenderla. “Muy buena la idea, ya se te va a ocurrir otra”, me dijo el VP con una palmada en la espalda. Sólo un creativo argentino podría entender el nivel de violencia que puede generar la frase “ya se te va a ocurrir otra”. Más, si viene con palmada en la espalda.
Hoy, dos semanas después, ya más tranquilo, empiezo a darme cuenta de que era yo el que no entendía. En Japón la publicidad es un negocio o una actividad económica como cualquier otra, mientras que en Argentina, la publicidad es la vida. No será nada sano, pero somos así y en todo: nunca nos va alcanzar con algo que está solamente bueno. Cuando un DC te dice que tu idea está buena, significa que tenés que seguir pensando. Cuando te dice OK, es para que le cuentes la siguiente. Y es así porque los argentinos simplemente necesitamos ser los mejores a todo. El otro día le decía a uno de mis jefes: “Si no meto un par de cosas antes de diciembre me mato”. Nadie de los que está leyendo esta nota se va a alarmar por mi reacción. Entre argentinos, es lo más normal del mundo. Y así vivimos nuestras carreras y nuestras vidas: obsesivos, exitistas, pesimistas, exaltados, estresados y a las piñas. Porque no nos alcanza con ganar. Siempre tiene que ser tirando caños, lujos, cargando a los rivales, por goleada y
clavándola en el ángulo.
Y así laburamos, en el culo del mundo, justo donde se juntan un hambre bárbaro y unas enormes ganas de comer. ¿Está bueno? ¿Es sano? No sé. Pero si alguna vez Lichtenstein sale campeón del mundo, sin duda será por obra y arte de algún argentino.
* Fede García es creativo publicitario, amigo y en sus ratos libres, Director Creativo en Ogilvy Japan.Podés leer sus posteos en Interactivity, acá.
Y si. Sos lo que se considera un bicho raro de ciudad. Creo que lo que mas allá de todo tenés que sacar como positivo es que esa hambre es la que no te deja apachorrarte y conformarte con lo primero que salga…
Saludos y muchos éxitos en Japón!
Ya se te va a ocurrir otra gran idea… :p
El hambre te mantiene despierto, y como decís no se sabe si está bueno o no… pero está!!! abz grande de un ex-alumno agradecido de haber recibido un par de puteaditas a tiempo y certeras !!!
sinceramente y sin ofender, cuando prendo la television en argentina encuentro que el 80% de las publicidades, y sino mas, son verdadera basura. me pregunto si realmente hablas de que solo se llega siendo muy bueno o si en verdad se trata de una cuestion de contactos… como todq industria, la publicidad tambien puede ser corrupta.
por otro lado admiro tu pasion y te deseo muchos exitos en japon – saludos!
Impecable. Piel de gallina. Imposible definir mejor la pasión de un creativo argento. El día que no te encuentres tirado en la alfombra boca abajo, al borde del llanto después de una idea bochada, te pido un favor, ese día …volvete 🙂
Felicitaciones!!! manten siempre esa pasion por lo que haces,me alegra que mi dcho te haya inspirado esta muy buena nota.
Fantástica realidad Fede! Historia MUY similar a la que vivo acá en Singapur, a una escala más pequeña que Japón, pero con las mismas vivencias frente a mis pares que sólo llegan trabajan bien y se van sin más que eso. Qué agradecido soy, y lo sabés muy bien, de estar en el momento y en el lugar exacto para poder hacer buenas cosas! A poner la mesaaaaaaaaaa!
Gran abrazo oriental! (aunque sólo se den la mano, yo lo impongo!)
Gracias por los comentarios! Martín, gracias por la palmadita en la espalda y Pampa, espero no haberte puteado mucho (o por lo menos que haya servido!). AC, tal vez pueda coincidir con vos, y aunque va a sonar a justificación, no siempre somos los creativos o inclusos las agencias los únicos responsables por el nivel de la tanda. Creo igual que, más allá de que sea materia opinable, llegás a ver la tanda de la tele japo y te podés reir un día (y no porque esté buenísima). Belu, el día que no me pase nada, me retiro, ¡pero no sé si vuelvo! 😉 Mandále mis saludos a todos por allá! Beso!
Ah, la idea estaba aprobadísima, se cayó cinco días antes por un error de producción!
Excelente reflexión Fede. Felicitaciones y éxitos.
Inspirador no solamente a nivel publicitario. inspirador a nivel pasión. Saludos.
Fede, ayer te leí. Casi lloro, hoy me animé a leerte de nuevo y me pusiste la piel de gallina.
Quizás sea algo que nunca te dije, por tu forma de ser y por la mía también. Soy de esas personas que en cada etapa de su nivel educativo se lleva personas significativas, por distintos motivos (su vocación, su pasión por lo que hace, su forma de alentarme, etc). Vos, y siempre lo dije y lo voy a seguir diciendo, sos MI referente del ISP. Por más humores cruzados, siempre tu critica y tus clases me ayudaron a crecer y sobre todo a cuestionarme. Realmente sentí mucho el hecho de que te vayas a Tokyo, pero sinceramente hoy a la distancia, aun así sigo aprendiendo de vos.
No te das una idea en la frustración que me encuentro, en parte por el puto sistema interno publicitario, y en parte por todo lo que nos rodea al contexto argentino. Creo que lo que vos describís es lo que hoy me ayudó a subirla un poco y levantar los ánimos.
Una vez, peleando con mi psicóloga (como siempre, yo peleando) diciendo que me había equivocado en elegir esto, me mando a casa con la tarea de durante una semana pensar en que otro oficio Suyai se vería trabajando. A la semana volví, y Suyai nunca encontró otra forma de verse más que en la que tanto me cuesta aceptar que elegí.
Gracias, gracias, gracias porque aun a la distancia sigo aprendiendo de vos, profe.
Un fuerte abrazo.
Me parecio super bueno el post. De todos modos si bien el hambre hace que encontremos alternativas creativas, y esto es muy real; creo que el limite es la frustración. Si el contexto te sirve para poder desarrollarte y crecer y tener perspectivas de futuro todo bien, pero si el contexto te limita por falta de oportunidades o por politicas poco colaborativas y democraticas, peligra esas ganas de crecer. Y esto no es bueno.. En fin es mi opinion. Muchas gracias por compartir
Agrego algo mas que me quede pensando ayer… Hay un experimento con 2 ratones que meten en 2 tinas diferentes y para sobrevivir ambos tienen que mantenerse a flote en el agua. La unica diferencia entre ambos es que una de las tinas tiene una escalerita dificil de alcanzar y la otra no.. el raton de esta ultima tina es el que aguanta mas horas en el agua ya que ve una esperanza! Con esto digo que si bien la necesidad incentiva la creatividad, el contexto posibilita y da expectativas tan necesarias para proyectar!.El balance correcto seria ideal!
Gracias Leo y Leandro por las felicitaciones! Me alegra mucho que les haya gustado la noche.
Suyai, cosas como las que escribiste son las que nos devuelven todo el esfuerzo que ponemos. En este caso, x1000.
Cynthia, coincido con vos. Pero parte de nuestro laburo como creativos, es lidiar con las frustraciones. Y que vienen de todos lados: de los clientes, de nuestros jefes y hasta de nosotros mismos. Poder manejarlas es clave del éxito. Desde ya que si no hay ningún horizonte habrá que buscar unos mejores. Pero sabés como somos los argentinos: no nos gusta perder a nada.
Saludos!
Muy bueno tu análisis y tus reflexiones. La pasión por lo que se hace, siempre te lleva al lugar mas alto. Seguramente vas a llegar a ser un grande porque tenes hambre y ganas de comerte a todo/s.FELICITACIONES!! (Cuanto salen los derechos de autor para publicarlo?)