A mí me pasa que abro el placard, veo mi colección de zapatos altos con taco aguja y cada uno me remonta a un recuerdo, un evento y una historia. Al diseñador chileno Sebastian Errazuriz le pasó algo similar con estos 12 zapatos para 12 amantes. Su objetivo fue plasmar la personalidad y las características particulares de cada una en un calzado.
Me mató el de “Jetset Jessica” (arriba), la chica que insistía tanto en pasar su tiempo viajando, como en convencerlo de pertenecer a su mundo de lujo.
Alexandra lloraba bajo un diluvio después de cortar con su novio. Después de un baño caliente y un momento romántico con Sebastián, siguió llorando. Pasó el resto de la noche mandándose mensajes con su ex.
Fuerte como una piedra, Alicia siempre supo que estarían juntos, él no. También sabía que no duraría, aunque nadie adivinó que iba a durar tan poco. Sebastián dice que sigue un poquito enamorado 😛
Natasha, era dulce como la miel. Lo cuidó durante toda la noche: atendió su gripe, le hizo unos mimos y silenciosamente dejó una galletita, de las que había cocinado, en la mesa de luz antes de irse a su casa.
La caza fortunas, Alison, prefería que la trajera el jefe a su casa en un Porche celeste, a que su novio pobre y artista, la invitara a viajar por Brasil. Ella no quería esperar el día en que Sebastián se hiciera rico y famoso, el jefe de Alison tampoco quiso esperar.
La reina del hielo, Sophie, era modelo de pasarela y altísima, parecía un premio.
La hija del Coronel, Bárbara, era terrible. Su primera cita terminó con un episodio que involucraba a policías, gente en paños menores y a su padre militar usando su posición para salvarla de ser arrestada.
Caroline era compleja. Llegó a coquetear con la corbata del papá de Sebatián en un casamiento al que había sido invitada su familia vistiendo un vestido corto, ajustado y rojo.
Al preguntar ¿qué tal estuvo? conoció que hasta ese momento Anna había sido virgen. Cuando se metió en la ducha, Sebastián la escuchó rezando un Ave María.
Rachel era una feminista incondicional, sin embargo nunca se sabía qué quería. Lo más importante era hacerle caso, siempre.
Valentina fue un fantasma. Se conocieron por casualidad en un pueblo costero cuando empezó el verano, pero desapareció cuando terminó y nunca más volvió a verla.
Laura le rompió el corazón, se casó y tuvo su final feliz sin él.
Fuente de 12 zapatos para 12 amantes