Casi sin darme cuenta, me encontré en el trabajo que siempre había querido tener. Después de once años siendo empleado en Radio Mitre, el destino (y un Gerente General bastante limitado) quisieron que quedara fuera de un trabajo que había disfrutado alternadamente durante tanto tiempo.
Abrí mi propio camino en diciembre de 2008 y junto con la gente de Salem Viale armamos una unidad de negocios digitales, que dirigí durante otros tres años.
Pero un día, sin saber bien por qué, me di cuenta que eso estaba bien, pero no era exactamente lo que soñaba, y decidí volver a intentarlo, pero de otro modo. Abrí Interactivity, mi propia agencia.
Interactivity era el nombre de mi blog (acá, donde estás leyendo esto) y como muchos en la industria me conocían por el sitio, y por todo el cariño que le tenía a este sitio, decidí que así se llamaría la agencia. Me mudé a una preciosa oficina en el barrio de Palermo de Buenos Aires, y con la ayuda de Lucas y Agostina, arrancamos.
Entonces fue como, sentado en mi oficina tracé un camino, un recorrido que quería transitar para alcanzar un objetivo. Esto es algo que muchas veces olvidamos hacer, y que es (creo) la parte más importante para emprender. Muchos hacen cursos, carreras, cambian de trabajo, de país, de socios, de empleados… pero sin tomarse un tiempo (que a la distancia se hace fundamental) para entender qué es lo que en definitiva quieren lograr.
Cuando me regalé ese tiempo, parando la pelota como se dice en el mundo futbolero, pude dejar en claro qué agencia quería tener. El estilo, el lugar, la ambientación, los clientes, el equipo. Todo. Luego, fue cuestión de día a día ir haciendo todo para cumplir ese sueño.
Lo bueno es que esa meta fue cambiando, y ya no es la misma que en el inicio. Fuimos sumando clientes, fuimos repensando la agencia, definiendo nuevos objetivos, abriendo nuevos mercados, incorporando socios, proveedores, empleados… Se sumaron Ariel, Milton y Jordana, y la agencia no paró e crecer.
El sueño hoy es más ambicioso, más grande y más excitante. La clave es seguir trabajando para alcanzar ese objetivo, y no detenerse nunca.
La felicidad, ya la tenemos. 😉
Para alcanzar cosas grandes hay que soñar en grande! Y obviamente… trabajar mucho!
🙂
Me emocionaste
Para los que nos encontramos en ese momento en que queremos empezar a trazar nuestro camino, no tenemos claro exactamente dónde ni exactamente el qué, pero sabemos bien qué es lo que no queremos, son palabras alentadoras; a veces se nos olvida que hay que pararse un momento para pensar trazar objetivos, sino luego no podremos mirar atrás ni valorar lo que conseguimos. 🙂
Gracias por tu aporte, Ro! Es tal como decís. Esto es 10% inspiración y 90% transpiración. Pensar, definir, y luego trabajar hasta lograrlo. Saludos!