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Muchas startups quiebran porque no tienen un mercado al que dirigirse. Muchas apps pasan debajo del radar y desaparecen porque no llegan a su público objetivo ¿Pero qué pasa cuando tienes el público correcto y una buena idea, pero no sabés desarrollarla y perdés el norte? Estos son los casos de Yik Yak y Vine.

Yik Yak

En la cima de su popularidad en 2014, esta aplicación estaba valuada en US$400 millones y estaba mejor rankeada que Facebook, Twitter y Pinterest en la app store. Para septiembre de 2016, el número de descargas había caído de 1.8 millones a 125.000. En abril de 2017, los fundadores de la app (Tyler Droll y Brooks Buffington) anunciaron que la app iba a cerrar.

A pesar de los números, las páginas anónimas que siguen la línea de Facebook, y foros anónimos como Whisper indican que todavía existe mercado para Yik Yak.

¿Qué salió mal?

Cambiaron la identidad esencial de su producto.

Debido al bullying y amenazas de seguridad, Yik Yak fue sometido a presiones externas para acabar con la anonimidad en la app. A mediados de octubre de 2014, la app se eliminó de las listas de Google Play, lo que significa que los usuarios podían encontrar la app en sus búsquedas pero no en el top chart de Google Play. La app también fue baneada en varios campus universitarios.

Eliminando el acceso a adolescentes en un intento de evitar el bullying, Yik Yak abandonó a una buena parte de su base de seguidores. Cuando ordenó a sus usuarios cambiar su forma de usar la app y destrozó su anonimidad, los usuarios abandonaron la app. Incluso cuando los fundadores cayeron en cuenta de su error y re-introdujeron la anonimidad, la app había perdido una masa crítica de usuarios, y los usuarios que regresaron a la app encontraron un pueblo fantasma.

Vine

Podría no ser justo tratar a Vine como una startup, teniendo en cuenta que fue comprada por Twitter antes de su lanzamiento oficial, por US$30 millones. Salió al mercado a principios de 2013, en una época en el que el contenido en vídeo apenas estaba empezando a ganar popularidad y los vídeos en redes sociales eran una novedad. El estilo de 6 segundos en loop, marca de la plataforma, se convirtió en fuente de inspiración creativa para músicos y comediantes. En su mejor momento, Vine registraba más de 200 millones mensuales de usuarios.

¿Qué salió mal?

Falta de meta, sofocado por la competencia creciente.

En junio de 2013, Instagram empezó a soportar vídeos de 15 segundos. En octubre de 2013, Snapchat agregó una función de stories. Facebook empezó a experimentar con vídeo y a construir sus capacidades de live streaming. La ventaja competitiva de Vine se hizo cada vez más difusa para los creadores y los anunciantes mientras fallaban para construir un sistema robusto de anuncios, sponsorships o anaticas para la app (o alrededor de ella).

Pero la raíz de la aparente incapacidad de Vine para adaptarse viene de años de altas tasas de pérdidas e inestabilidad directiva. El 27 de octubre de 2016, Vine y Twitter anunciaron que descontinuaron la app. Antur Thakkar, el director de editorial de Vine de 2014 a mayo de 2016, declaró que “había un par de cosas que no funcionaban en Vine, y todo tenía el mismo origen, que es la falta de unidad y liderazgo en la visión. Vine no hizo nada con consecuencias durante un año”.


Encajar bien en el mercado no es sencillo y nadie espera estar cerrando su app cuando dos años antes estaba innovando. Yik Yak y Vine tenían una base gigante de usuarios porque tenían algo único a lo que la audiencia no podía acceder en ningún otro lugar. Yik Yak capitalizó el deseo de ser reconocido en una comunidad relevante, nivelando el terreno para sumarse a la conversación; Vine tuvo suerte al ser una de las primeras redes centrada alrededor de vídeos cortos. Sin embargo, como jamás articularon el por qué de su producto para el mercado, no pudieron reforzar o proteger su ventaja competitiva.
La buena noticia es que estamos cada día más dispuestos a discutir estos fracasos y aprender de ellos. Los fundadores que comparten estas lecciones dolorosas de forma pública y honesta nos enseñan algo más de lo que podríamos aprender si solo celebramos victorias.

 

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