Los consumidores ya no buscan una foto ultra profesional a la hora de comprar un producto sino que terminan decidiendo con fotografías reales sacadas por otros clientes. Los restaurantes son uno de los mejores ejemplos para ver la diferencia entre la realidad y las imágenes. Ahora las cartas solo muestran largas descripciones del plato, pero antes solían agregar una foto al lado de su nombre.
Las imágenes son embajadoras de los productos, como en las cadenas de comidas rápidas donde terminan definiendo una elección por parte del consumidor. Detrás de la atractiva foto existe un equipo de especialistas que analiza y decide la mejor opción. La fotografía es un elemento clave del marketing en dónde todo está pensado para obtener el mejor resultado final.
En el ecommerce se encuentra un efecto similar: las fotos que acompañan a los productos funcionan como elemento descriptivo y son decisivas a la hora de realizar una compra. Pero, ¿hasta qué punto las empresas deben idealizar los productos en la versión de venta? La búsqueda debe enfocarse en fotos realistas y lo más cercanas posibles al producto en cuestión. Según un estudio de Bazaarvoice, la autenticidad ganó mucho espacio entre los consumidores, que buscan ese tipo de estilo en social media. En la decisión de compra influyen mucho las imágenes de otros consumidores, más allá del tono amateur que tengan.
En general, dos tercios de los consumidores prefiere este tipo de fotografías que no están editadas al detalle. El porcentaje crece aún más cuando el foco son los jóvenes adultos de 18 a 34 años. Este grupo generacional prefiere estos contenidos y suele buscar en redes sociales versiones originales subidas por otros usuarios. El estudio refiere a que en productos con precios más elevados, como electrónica y tecnología, las fotos auténticas son aún más importantes, una especie de ventana a cómo es el producto en la realidad.