“La tecnología está secuestrando nuestra atención”, dice desde 2013 Tristan Harris, defensor de la ética en el diseño de software. La verdad es que las grandes compañías tecnológicas compiten por más tiempo de atención a su producto, lo que puede atentar contra el funcionamiento de la sociedad generando sentimientos de aislamiento, distorsionando la percepción de la realidad y la verdad -un claro ejemplo son los timelines curados de acuerdo a los intereses y convicciones de cada usuario-. Y cada vez, disminuye nuestra capacidad de prestar atención, mientras estas compañías manipulan cada vez más sutilmente todo lo que nos lleva a usar nuestros aparatos.
Así que ¿qué es Time Well Spent?
Time Well Spent es un movimiento que fue concebido en 2013 por Tristan Harris (quién en ese momento era design ethicist de Google), pero que se ha hecho especialmente relevante en 2018 de la mano de declaraciones de Facebook, aunadas a un cambio en sus políticas y acciones de Google que se hacen patentes en el nuevo Android. Sin contar la adición de Apple, que ahora sigue el mismo objetivo.
Como movimiento, surge de los consumidores para impulsar un cambio en lo que quieren de las compañías de tecnología, de manera similar a el movimiento “orgánico” en el rubro alimenticio y manufacturero. El objetivo de Time Well Spent es tecnología a la que le importe la manera en la que usamos nuestros tiempo y vida de la mejor manera en el mundo real, sin engañarnos para pasar más tiempo mirando la pantalla, sin interrupciones o distracciones digitales. Esto no significa que Time Well Spent sea un movimiento para definir cómo la gente debe pasar su tiempo, de manera que podemos delinear lo que no es:
- No es una norma universal de cómo el usuario debe pasar su tiempo
- No dice que el tiempo dedicado a la pantalla es malo, o que todo deba estar apagado
- No dice que apps o categorías específicas (como redes sociales y juegos) son malas
Para los defensores del movimiento, la forma en la que se maneja la tecnología actual es monstruosa, porque destruye la mucha o poca atención que los usuarios puedan dedicar a la vida real, e indican que todos deberían estar en el mismo equipo. Los programadores y las compañías son tan responsables del tiempo pasado en pantalla como el usuario, y este movimiento propone una perspectiva ética a la hora de elaborar software y los objetivos que persigue la industria.
Max Stossel es un amigo cercano de Harris, un poeta y un experto en estrategias que también es parte del movimiento. En su poema de 2016 -presentado en formato vídeo- This Panda is Dancing, profundiza en el movimiento y su objetivo, que no es cortar contacto con lo digital sino volver lo digital cada día mas relevante para el mundo real. Los teléfonos deben mejorar nuestras interacciones, no sustituirlas.
¿Por qué es relevante ahora?
La experiencia indica que Facebook, que se lucra de la cantidad de tiempo que el público interactúa con las ads en sus aplicaciones, rechazaría la tesis de Time Well Spent. En vez de eso, la compañía adoptó (aparentemente) la idea. En un post del 11 de enero, Mark Zuckerberg nombró la iniciativa “Enfocándonos en unir a las personas -sea con su familia y amigos, o alrededor de momentos importantes para el mundo- podemos asegurarnos de que Facebook es tiempo bien invertido”
Uno de los colaboradores de Harris, Joe Edelman, contesta al comentario de Zuckerberg sugiriendo un nuevo camino: “Es posible (pero complejo) diseñar software que apele al sentido de significado de los usuarios. ¡Pero requiere profundos cambios en la forma de hacer software! estos cambios hacen que los otros (la adopción del machine learning, la transición de web a mobile) se vean fáciles”
Actualmente, la visión mediática del movimiento promete convertirla en el “fake news” de 2018: un término utilizado como chivo expiatorio hasta que todos olvidan qué significa. Para Zuckerberg “time well spent” es una investigación independiente que demuestra que la gente aprecia el tiempo que pasa en Facebook, y se siente mejor luego. Para Harris, es el dejar de medir los comentarios y shares para empezar a enfatizar en las contribuciones positivas de la compañía a la vida de los usuarios. En algún punto ambas perspectivas se superponen, pero tienen diferencias fundamentales.
Edelman señala que el software social controla la naturaleza de nuestras acciones de forma superior a las experiencias fuera del mundo digital. Incluso en las escuelas con uniforme, los adolescentes encuentra forma de dar un toque personal con su elección de zapatos, medias y mochilas. En Facebook y otras plataformas sociales, una medida estándar significa que estamos atrapados en un solo modo de interacción al que no podemos llevarle la contraria. Esto es peligroso en el escenario político actual y representa riesgos para la sociedad internacional.
La campaña empezó a moverse con fuerza en 2016, luego de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el consecuente descubrimiento de la implicación rusa en la desinformación que llevó al resultado de esas elecciones y otras acciones en Estados Unidos y el mundo; la lleva adelante una coalición de expertos en tecnología que reúnen todo su conocimiento en el Center for Humane Technology. Todos cuentan experiencia interna en lo que desean cambiar, y además de Tristan Harris lo conforman Sandy Parakilas, antiguamente operation manager de Facebook y Uber; Lynn Fox, quien trabajara en Google, Twitter, Lucas Films y Apple como ejecutiva de comunicaciones; Dave Morin, ex-ejecutivo de Facebook; Roger Rosenstein, creador del like de Facebook y cofundador de Asana; Roger McNamee, uno de los primeros inversores de Facebook; Randima Fernando, director ejecutivo de Mindfulness School y creador de al menos 7 proyectos ganadores en NVIDIA; Aza Raskin, de UX en Mozilla y Renée DiResta, una experta en tecnología que estudia bots, desinformación y confianza en medios digitales.
¿Y ahora qué?
Hay una lista de demandas de parte de los usuarios que pasan por la claridad de quién publica que, la identificación de los bots (ya Twitter ha tomado acciones con su centro de transparencia), la explicitación de los usos dados a la data que comparten en redes sociales y en Internet en general, y facilidades para utilizar responsablemente sus equipos. Google ha tomado nota de esto y lo ha incorporado en la última versión de Android, que por ahora se llama P.
En una época donde las compañías de tecnología son monopolios de datos y se ha comprobado la existencia de fugas de información y manipulación de data difícilmente controlables por autorregulación, los usuarios tienen una voz clara contra la manipulación, y aquello que decidan hacer los líderes de la industria marcará el futuro.
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